Nada de lo que los antiguos maestros grecolatinos escribieron ha dejado de importarnos, de iluminarnos, de darnos rostro y alma, y, dentro del teatro trágico, Electra y Medea son, junto a Antígona, Fedra e Ifigenia, las heroínas que más inspiraron a los dramaturgos posteriores como O´Neill, Hofmannsthal, Anouilh, Giraudoux, Marina Tsvietáieva, Alfonso Reyes, Jean-Paul Sartre, Marguerite Yourcenar o Virgilio Piñera, por hablar solo de autores del siglo xx. Al escribir en el año 2012 Electra, Vicente Molina Foix, siguiendo la estela de los escritores de todos los tiempos que fueron a los orígenes del drama para abastecerse y revalidar su lección, confiesa en el prólogo que ha hecho a esta edición haber querido ser un ferviente infiel: a partir de la variante argumental de Eurípides su intención es plasmar libremente una tragedia familiar que rememora hechos remotos sin perder resonancia en nuestra conciencia contemporánea, ampliando el papel de la reina Clitemnestra (antagonista esencial de la obra), y dando mayor desarrollo y relieve a personajes como el Ayo y el Labrador, aquí llamado Alceo. Respecto a M