"El estilo de vida frenético y estresante que llevamos nos hace omitir las señales de desequilibrio que emanan de nuestro cuerpo. Pensamos que son simples malestares que «ya pasarán» o que podemos controlar con medicamentos. Los motivos que nos impiden mirar hacia aquello que nos perturba son diversos: falta de tiempo, miedo a enfrentar la realidad o algún conflicto no resuelto; así, este «malestar» puede avanzar sigilosamente hasta llegar a provocarnos una enfermedad.