De las venus paleolíticas a las vírgenes negras orígenes, simbolismo y continuidad de los cultos femeninos desde la antigüedad europea La idea central de este libro, trata de la continuidad. Hablamos del hilo que une a todos los seres desde el principio de la historia. Si bien los romanos pueden parecernos muy distintos de los hindúes, de los escitas o de las personas que pintaron Altamira, lo cierto es que sus intereses, sus inquietudes y sus percepciones de lo trascendente no eran tan diferentes. Hay una esencia que se reviste de formas culturales o religiosas aparen-temente distintas a lo largo del tiempo y el espacio, pero hay algo en todo eso que continúa, que sigue vivo y latiendo. Ese «algo» tomó, a lo largo del tiempo, distintos nombres y apariencias en los cultos femeninos desde la más remota antigüedad hasta nuestros días. Con independencia de si las llamamos Saraswati, Cibeles, Kuba-ba, Hécate, Ártemis, Anaitis, Deméter, Ishtar o María, son consideradas diosas diferentes en diversas culturas; sin embargo, todas ellas, todas nuestras diosas, provienen de una misma madre, la Diosa.