De un día para otro, como ocurre con la Infantería española, marchan más de cuatrocientos kilómetros junto a sus familias para acudir al puerto, embarcan en un navío de la Real Armada que durante tres meses atraviesa la Mar Océano pasando por todo tipo de penurias, para arribar extenuados a una tierra española en el Río de la Plata que hay que colonizarCombaten con los indios más fieros, los charrúas, que por una simple mordedura te amputan el brazo; luchan por la soberanía de unas tierras, legadas por el Tratado de Tordesillas, ante la invasión luso brasileña de unas praderas cubiertas por millones de cabezas de ganado; se enfrentan a contrabandistas portugueses e ingleses que nos roban un nuevo oro negro: sebos, cueros y pieles de más valor que la famosa plata de PotosíLa magnífica labor de colonización de los jesuitas con los que se trabaja estrechamente, pero que es preciso cercenar por razones que el soldado no entiende, pero cumple con mayor celo aún que aquello que comprende La victoria y expulsión de ingleses de las Malvinas y de los portugueses de Río Grande, para que lo ganado con sangre y aceros s