La cultura escrita clandestina durante la Dictadura de Franco fue un mundo oculto y ocultado. Depositaria del poder de la palabra escrita y de la fuerza de lo prohibido, la clandestinidad alimentó extraordinarios procesos creativos, en situaciones límite, con imaginación, destreza y desafíos constantes a través de una literatura y un arte de agitación, en todas sus formas expresivas. Los libros proscritos, los libritos con cubiertas falsas, los periódicos impresos clandestinos y los realizados a mano en las cárceles, los boletines, las cartas troceadas, los documentos falsificados, los mensajes cifrados, las poesías, las pegatinas y miles de hojas volantes y octavillas tiradas en precarias maquinitas de fabricación casera llamadas "vietnamitas", configuraron el amplio repertorio de las letras clandestinas, que se volcaron también en pintadas, carteles, grabados, pancartas o murales de un arte disidente. Los clandestinos tuvieron vidas dobles, que discurrieron por espacios escondidos y actividades secretas, como respuesta a la persecución por parte del Estado vencedor de la guerra civil que, de forma implaca