Tradicionalmente se ha considerado la vida
sexual, así como los engaños y trampas de los
que muchas veces se ha de participar para que
sea verdaderamente satisfactoria por ejemplo,
practicándola con quien se desea, y no solo con
quien se puede (el cónyuge), como patrimonio
masculino sobre el que las mujeres no tienen ni
voz ni voto.
Esta visión tradicional la combatió Boccaccio
hace ya muchos siglos. En los relatos aquí recogidos
son ellas las que llevan la voz cantante, en
un sentido nada sentimental: son las mujeres
las que diseñan ingeniosas artimañas para acostarse
con quienes les place, sin que sus maridos,
inocentes ellos, se enteren de nada.
Las narraciones de Boccaccio bien
podrían titularse: Manual para el
engaño de maridos descuidados y
poco satisfactorios.