Esta obra del escritor y clérigo inglés James Hervey (1714-1758) es una de las obras más representativas de la corriente literaria conocida como "Graveyard School", o Escuela de los Cementerios. Hervey, aprovechando un paseo entre los sepulcros de una iglesia, hace una serie de reflexiones sobre el poder igualador de la muerte y sobre la futilidad de la vanidad humana y de los bienes terrenales.