Ningún otro nombre como el de república tiene su potencial transformador. Sin embargo, su principal obstáculo para convertirse en sinónimo del cambio en España es su clara vinculación simbólica y emocional con la izquierda clásica y el pasado. Nada ayuda más al deterioro de la monarquía que los monárquicos; pero nada frena tanto una república como (nosotros) los republicanos. La tesis de este libro es, en efecto, que no hay cambio si este no tiene un nombre, y que no existe, por el momento, ninguno mejor que el de república. Pero para que este signifique verdadera transformación resulta imprescindible enriquecer el término con aspectos mucho más compartidos, modernos y esperanzadores, y desvincularlo de las connotaciones de la II República. Hugo Martínez Abarca comienza su análisis con la Transición, diseccionando en especial la construcción posterior de su mito para aterrizar en los escándalos de corrupción que han debilitado claramente la monarquía.