Las reflexiones de Hannah Arendt surgen de la experiencia de los totalitarismos. El choque del pensamiento con la realidad y la inadecuación de las viejas herramientas conceptuales a la política del siglo XX la empujan forzosamente a buscar nuevas formas de comprensión. Así, su obra se caracteriza por una feroz independencia intelectual, y también por una relación conflictiva entre filosofía, sociología, historia y psicología.