Cuando Elon Musk era un niño en Sudáfrica, sufrÃa a menudo acoso escolar. Un dÃa un grupo de niños lo empujó por unas escaleras de hormigón y le patearon hasta que su cara se hinchó como una pelota. Pasó una semana en el hospital. Pero las cicatrices fÃsicas fueron insignificantes comparadas con las emocionales, las que le habÃa causado su padre, un canalla, ingeniero carismático y fantasioso. Cuando Elon llegó a casa tras ser dado de alta del hospital, su padre le reprendió. «Tuve que escucharlo durante una hora mientras me gritaba, me llamaba idiota y me decÃa que era un inútil», recuerda. El impacto psicológico que su padre le causó perduró. Se convirtió en un joven fuerte pero vulnerable al mismo tiempo, propenso a bruscos cambios de humor -a lo Jekyll y Hyde-, con una gran tolerancia al riesgo, ansias de drama, un épico sentido de misión y una intensidad manÃaca, cruel y a veces destructiva.A principios de 2022, después de un año marcado por el lanzamiento de treinta y un satélites de SpaceX, la venta de un millón de coches de Tesla y de convertirse en el hombre