Walter Burkert muestra que las creaciones de la cultura y del arte griegos se elevan sobre un abismo de violencia arcaica a duras penas refrenada, que más bien hace pensar en la "barbarie oriental" que en la "pureza ática". Hacia esas tinieblas del mundo griego tiende un puente el mito, con sus tradiciones acerca de unas divinidades a menudo crueles, que sólo mediante el sacrificio se dejaban persuadir.