George Orwell fue ninguneado a partes iguales por sus correligionarios y por sus adversarios políticos. Alarmado y desencantado por el cariz que tomaba el nuevo orden surgido tras la Segunda Guerra Mundial, y enfermo de muerte, quiso convertir 1984 en su testamento literario. Nos hallamos ante la novela más icónica que se ha escrito sobre los peligros del totalitarismo y la manipulación mediática.